lunes, 24 de mayo de 2010
Quishpe, condenado a trabajo comunitario
Comunidad de La Cocha castigó al presunto asesino según los rituales indígenas: lo hicieron desnudar, lo ortigaron y obligaron a cargar y caminar con un saco de tierra. Un líder comunero dijo que no eran salvajes Orlando Quishpe fue castigado ayer de acuerdo a la tradición de la justicia indígena por la comunidad de La Cocha, parroquia Zumbahua, en Pujilí (Cotopaxi). Quishpe fue acusado del asesinato de Marco Antonio Olivo, ocurrido el pasado 9 de mayo. A las 15:45 del domingo, desnudo cargó un quintal de tierra en su espalda y pidió disculpas a la comunidad, aunque dijo que él no ha matado a nadie. Luego caminó cinco vueltas a la plaza en medio de los gritos de reproche por parte de la familia Olivo.
Durante media hora permaneció sentado con sus manos atadas a dos postes y fue cubierto con ramas de ortiga mientras los dirigentes de las comunidades y su padre, Leonardo Quishpe, expresaban reflexiones y le pedían que se arrepienta por el acto cometido. Tres mujeres de la comunidad La Cocha lo ortigaron y lo bañaron con agua helada, luego fue tendido en una cama de ortiga y recibió alrededor de 20 latigazos propinados por cada dirigente de las comunidades de Zumbahua. El primero en ejecutar dicho castigo fue Pablo Umajinga, presidente de la comunidad de Guantopolo, de donde es el acusado.
Quishpe, de 22 años, lucía el cabello hasta los hombros, un tatuaje en su brazo izquierdo y temblaba por el frío y el dolor que le causó su juzgamiento. El procesamiento debía finalizar con la reunión del Cabildo en la que el detenido firmaría un acta de compromiso para rehabilitarse y luego pasar al poder de sus padres para que en los próximos cinco años realice servicio comunitario. La asamblea, reunida desde las 11:00, analizó el caso a puerta cerrada en la casa comunal, en presencia de la familia de Quishpe, oriunda de la comunidad de Guantopolo. Los dirigentes presentaron un video como prueba de la culpabilidad del detenido.
Ataviada con una chalina, un sombrero negro y con un palo en su mano llegó la madre del fallecido, María Luisa Pallo, de 64 años. Con lágrimas y gritos reclamó que se haga justicia por la muerte de su hijo. Al frente de la plaza, María Josefina Ante también lloraba. Sus lágrimas eran por su hijo retenido (Orlando Quishpe), a quien pudo visitar el martes y viernes pasados. Dijo que estaba bien, pero muy triste. Le llevaron comida y ropa para que se cambie. El dirigente Ricardo Chaluisa presidió la asamblea de juzgamiento y solicitó a los medios de comunicación presentes que se diga la verdad. Además, que no se les trate como "salvajes asesinos y secuestradores", porque desde hace 518 años se mantiene la tradición de la justicia indígena. "Somos paja que aunque se queme, la raíz volverá a crecer", señaló.
"Orlando Quishpe está vivo, se confesó con el párroco de Zumbahua y tuvo un chequeo médico. Está trabajando en la comunidad, dando servicio comunitario. No somos cualquiera, respetemos la Constitución y la legislación comunitaria, así como los derechos humanos", indicó. Los dirigentes de las dos comunidades (La Cocha y Guantopolo) firmaron el acta de juzgamiento, cuyo proceso se cumplió pasadas las 14:00. El detenido fue presentado ante cerca de 2 000 comuneros de la zona, quienes llegaron para verificar el castigo. Jaime Olivo, hermano de la víctima, agradeció a la comunidad por el apoyo brindado a la familia y dijo que por cinco personas Zumbahua no puede estar en las páginas negras de la historia. (PC)
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