jueves, 6 de mayo de 2010

Masiva evacuación en la zona de cerro Gatazo




Al drama que viven cientos de familias en Esmeraldas, Quinindé y Atacames se sumaron ayer más de 150 familias que sufren por la crudeza del invierno en Rioverde, en el norte de esta provincia. Ayer, decenas de familias voluntariamente empezaron a abandonar sus casas asentadas al pie del cerro El Gatazo, ante el temor de que se produzca otro derrumbe. Infantes de marina ayudaron a los perjudicados, quienes en su mayoría sufrieron la destrucción de sus enseres por la avalancha de lodo y piedras que descendió desde el cerro el pasado lunes. Hasta la escuela Fray Vicente Solano llegó Fabiola Marquínez Pachito con sus dos hijos, uno de los cuales estudia allí.
“Mis hijos y yo nos encontramos golpeados, el lodo y las piedras entraron a la casa, hace poco llegaron los militares y les pedí de favor que me ayuden a salir de ahí”, dice la mujer. En los albergues se escuchan voces de reclamo, pues aseguran que llevan cinco años con el problema y las autoridades esperaron a que haya muertos para adoptar medidas. “Estamos colaborando con nuestros hermanos, ellos están padeciendo por un problema que los gobiernos lo han venido postergando. Nos han llegado casi 30 familias a pedir ser albergadas en nuestro establecimiento, estamos mandando niños a las casas, ya que nos estamos quedando sin aulas y no sabemos hasta cuándo durará esto”, expresa Lucía Portocarrero, directora del plantel.
Aunque se han preparado cinco nuevos albergues, la cantidad de familias que empezaron a llegar superan las expectativas. El centro educativo Fray Vicente Solano, las escuelas Patria Nueva, 20 de Noviembre y Jorge Campaín, el colegio Ramón Bedoya y una iglesia mormona, ubicada en el barrio Las Américas, son los sitios destinados como refugios. Decenas de familias más de otros barrios se encuentran en otros albergues tanto en el centro como en el sur de la ciudad de Esmeraldas. En el Instituto Técnico Superior 5 de Agosto, donde se educan más de 1.500 estudiantes, ayer se suspendieron las clases, pese a que la Dirección Provincial de Educación dispuso el reinicio de las actividades.
Atilio Rugel, vicerrector de este centro, indica que el plantel está anegado y que las quince familias albergadas en el coliseo empiezan a padecer por las aguas estancadas. Los informes de nuevos daños en otras comunidades empiezan a llegar a medida que se restablecen las comunicaciones, las que también se vieron afectadas. Desde Rioverde se reporta el corte de la carretera hacia Chontaduro, lo que ha dejado incomunicados a cientos de campesinos. Diana Stenzel, de la Sala Situacional de Esmeraldas, manifiesta que hasta ayer se habían contabilizado la caída de once viviendas y que por lo menos otras 350 se encuentran seriamente afectadas. Las graves afectaciones que sufren los habitantes de Quinindé superaron las posibilidades de reacción del COE, aceptó Dolores Villegas, de la Sala Situacional cantonal. “De 437 comunidades, un 40 por ciento está incomunicado, 83 vías destruidas, 100 hectáreas de cultivos bajo el agua”, manifestó la funcionaria. (El Comercio)

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